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PELIGRO:

Javieras Creando

Relatos de la Ambi-Javiera

HOLA PAPÁ

Si te contara lo que ha estado pasando no lo creerías. O capaz que sí. No sé. No tengo claro cómo percibe las cosas alguien que nació en 1960. 


Es 2020. Moriste hace casi 15 años. Pa que vayas dimensionando. Tú moriste en marzo 2005 y esto empezó a pasar en octubre 2019. En ese momento yo pensé altiro en ti, porque estaba en un bar –no es que hayas sido asiduo a los bares, que parece que no- con dos amigos a los que había conocido por motivos musicales –que yo recuerde no tenías amigos por motivos musicales- y de repente como a las dos de la madrugada en la tele del bar apareció hablando Piñera el presidente diciendo que se decretaba Estado de emergencia. 
Eso nunca había pasado en mi vida conciente, pero quizás sí pasó durante mis primeros cinco años considerando que nací en 1985 cuando todavía era dictadura. Es que no sé si tienes esa información así tan clara, que nací en 1985, porque aunque fuiste un gran papá, no lo fuiste desde el inicio porque nos conocimos cuando yo tenía seis años. En ese entonces me parecías un señor, y resulta que solo tenías 31 o 32 años, que es menos de lo que tengo yo ahora. Me parece tremendo cuando pienso en eso, casi más tremendo de lo tremendo papá que fuiste. O en realidad no lo fuiste tanto, quizás es solo la forma en que más me acomoda recordarlo. En fin. No es ese el asunto. 


Entonces, cuando se decretó Estado de emergencia pensé en ti altiro, porque como estuviste detenido, y tu papá también…quiero decir que eres la persona más cercana que yo he tenido que sufrió esa época. Porque mi mamá y mis tías y mis tíos también la vivieron, pero ellos no tenían una ideología, ¿entiendes? No la deben haber vivido como tú, que tú si eras comprometido. O sea mi tía Celia estuvo en las JAP, en la UP, no sé si sabías, pero esas Pinocho las disolvió cuando llegó y después de eso mi tía Celia no hizo nada más, que yo sepa. Y reconozco que hay como toda una mitología en torno a la gente comprometida políticamente de izquierda, de esos años, y sobre todo con los que iban de frente, o sea tan de frente no, porque tenían que andar escondiéndose, pero sí que no le hacían el quite a la pelea si había que pelear. Estoy escribiendo pésimo, como una cabra chica, como si fuera una niña, es que este tema me cuesta, me cuesta escribir de esto. ¿Me puedes creer que desde el 18 de octubre que no puedo escribir nada sobre esto –y sobre nada en realidad- y eso que tiempo he tenido? Se me ocurrió escribirte a ti y la cosa salió, te juro, por fin. Por fin conchetumadre. Por fin picoetupadre. Es que no cachai nada. Con la revolución feminista, que empezó un poco antes, le estamos cambiando las palabras hasta a las chuchadas. Digo “estamos” porque yo soy parte, cuándo te ibas a imaginar que ibas a tener una hija feminista. Yo creo que tú serías más bien reticente. Pero con el tiempo accederías a algunas cosas, y algunas otras hasta te gustarían. Porque dentro de tu fachada enojona igual eras progresista. No qué bruto que moderno, pero algo había. No te hagas el que no, ya me imagino la cara que estás poniendo. Algo había. Ahora que lo pienso, no me gusta la palabra progresista. Y pienso que te queda chica. Que si estuvieras vivo, mirarías con sospecha a los progre y algunos te parecerían burgueses, otros insufribles, y otros burgueses insufribles. 


La cosa es que uno de los viernes de Plaza Dignidad, ah es que no sabes nada: le cambiamos el nombre a Plaza Italia…no sé de dónde le viene el nombre Italia pero ahora todos sabemos de dónde le viene el nombre nuevo…te encantaría. Uno de los viernes me llevé un cartel contando tu historia y a ratos me sentía bien y a ratos me sentía pésimo, posera, ahí haciéndome la revolucionaria con una historia que no era mía. No sé si tengo derecho a contarla, tú nunca me contaste lo que te pasó en Londres 38. O sea algo, pero mula, me quisiste dejar tranquila con una sola línea, de una historia que pudo llenar fácilmente 30 carillas, o 38 como la calle Londres, o hasta 100 si se detuvieras en detalles. Pero qué te ibas a detener en detalles tú, si no quisiste ni siquiera hablar pal Informe Valech, porque no querías recordar, dice mi mamá. Y con lo bien que nos hubiesen venido esos beneficios. Creo que la mamá no te lo perdonó nunca pero creo también que no te lo dijo nunca. Así que qué le voy a pedir peras al olmo. Igual, me gustaría que me hubieras contado, ¿sabí? Creo que te hubiera sentido más cerca. Me hubiese gustado sentirte más cerca. 


Acabo de darme cuenta que ha pasado más tiempo desde que te fuiste que el tiempo que alcancé a vivir contigo. Te siento más lejos. La rebelión me dio una ilusión de cercanía…pero te siento cada vez más lejos, papá, muerte culiá que nos quitó tanto. Tortura culiá que te dejó ese cáncer culiao en el cuerpo, papito. Me da tanta rabia. A la Carmen, la hermosa Carmen, la mamá de mi amiga Pati, le pasó lo mismo, cáncer en la misma parte, papá, igualito. Ella estuvo en el Estadio Nacional porque la confundieron con la novia de un mirista. Bueno pero esa es historia para otra carta, otra carta imaginaria. 


Nada, yo te escribía no más pa decirte que te echo de menos. 

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